jueves, 31 de julio de 2008

Preludio: Nic DíPlee



Nic no se acordaba nada de su familia real; era huérfano. Creció en un orfanato manejado por la iglesia. Nunca encajó muy bien ahí y sufrió mucho abuso por parte de los otros. Como no encajaba con la gente de su edad, empezó a relacionarse mucho más con la gente adulta del orfanato, mayormente monjas y curas. Durante este período, se formó su visión del mundo. Él ve a la gente como piezas en una gran máquina que gira constantemente en innumerables dimensiones. Este concepto proviene de su inhabilidad de relacionarse íntimamente. La gente de su edad siempre lo trató como un extraño; los adultos nunca pudieron aceptarlo como a un igual socialmente.

Durante su tiempo en el orfanato, poco a poco, parecía más un empleado de la institución que un residente. Cuando hubo una oportunidad de trabajar en la institución, siempre la aprovechó. Empezó repartiendo comida en el comedor y gradualmente fue agregando responsabilidades en sectores diferentes. Terminó trabajando en la enfermería.

Fue durante su tiempo en la enfermería, a los 15 ó 16 años, que conoció al Padre McKleland, un Padre poco tradicional. McKleland fue un Despierto de las Tradición Coro Celestial y él se dio cuenta del gran potencial de Nic. Fue él que se encargó de Despertar a Nic. Quizás porque siempre Nic se veía muy diferente a los otros, pero sentía algo valeroso en si mismo, el poder vino bastante naturalmente a Nic. Como si Nic siempre lo hubiera sabido pero carecía de las herramientas para darse cuenta solo.

La enseñanza del Padre McKleland se enfocó en encontrar el gran “esquema” y ayudarlo a cumplirlo. Enseñaba que la magia era como una liga fina, no un martillo. No explicaba la paradoja como algo que castiga al mago bruto, decía que era una guía. Una guía y un amigo para encontrar el sendero de mínima resistencia en el gran esquema. Nic comprendió estas cosas muy fácilmente como encajaban perfectamente con su visión del mundo como una máquina eterna.

Además de enseñar sobre la magia en general, el Padre McKleland siempre hablaba de “la canción cósmica” y “lo Puro,” imágenes que contrastaban mucho con el ambiente en la enfermería, un lugar de enfermedad, sufrimiento y frecuentemente la muerte. Nic entendía lo que decía el padre pero sentía que a las teorías del Padre les faltaba algún componente. Nunca le convencía completamente.

Después de dos o tres anos, el Padre empezó a ver que Nic era diferente y quizá la tradición de Coro Celestial no iba a ser su camino. Quiso darle a Nic la alegría que él sacaba del “Uno” pero vio que Nic no podía de la misma manera. Veía que Nic siempre se ocupaba de la cosas más feas, limpiar el vomito y sangre, quedarse despierto toda la noche con alguien muriendo, etc. El Padre McKleland hacía estas cosas también cuando era necesario, pero prefería cantar con los chicos o hacer otras actividades que lo detraía de la situación negativa. Cuando el Padre le decía a Nic “pasás mucho tiempo con la parte fea de nuestro trabajo.” Nic siempre respondía, “Padre, alguien tiene que ocuparse del mantenimiento si va a seguir girando.”

Después de unos años con el Padre, Nic cumplió 18 años, la edad en que no podía quedarse más en el orfanato como residente. McKleland lo ayudó encontrar un trabajo de enfermero en un hospital y un departamento humilde. No fue muy difícil encontrar el trabajo porque Nic tenía mucha experiencia y era muy bien educado entre sus estudios regulares en el orfanato y los del Padre.

Durante los años siguientes Nic empezó su propia educación en el mundo. Fue difícil en un principio pero poco a poco se acomodó. No encontró muchos amigos pero se llevaba bien con todos. Empezó a trabajar de noche en el hospital. Fue en este período que Nic comenzó a darse cuenta de algo siniestro. Frecuentemente, encontró a pacientes con marcas en el cuello, como dientes. Estas mismas personas sufrían de anemia u otras enfermedades de la sangre. Lo más raro era que los otros doctores y enfermeras no veían las marcas.

Nic buscaba y estudiaba el fenómeno en su tiempo libre y descubrió la existencia de los vampiros. El concepto de los vampiros era muy atractivo para Nic en un principio. Quería entender cual papel cumplían ellos. Rápidamente consumió toda la literatura disponible acerca de los vampiros, desafortunadamente, era muy difícil separar los hechos de la ficción. Al fin decidió que necesitaba ayuda y volvió a su viejo maestro, el Padre McKleland. McKleland le confirmó la existencia de los vampiros pero no sabía mucho más. Decía que eran malvados, peligrosos y insistió que no eran parte del gran esquema. Como evidencia, contaba que la paradoja, la guía del sendero, no funcionaba para ellos. Nic interpretó que los vampiros debían ser arena en la maquina eterna.

A pesar de las fuerte advertencias del Padre, Nic decidió que la única manera de profundizar su conocimiento de los vampiros era estudiarlos directamente, ¿pero cómo encontrarlos? ¿Dónde viven? ¿Qué hacen cuando no están produciendo pacientes para el hospital? En lugar de buscar a otras personas con conocimiento decidió hacer sus propios estudios de las víctimas en su hospital.

Con tiempo y estudio meticuloso de los cuadros de los víctimas, vio que se caían en dos grupos, gente bien sana de familias ricas o gente de la calle, pobre y sin recursos. La gente rica venía por su propia voluntad o acompañados por un miembro de su familia o con un amigo preocupado por el rápido cambio en su salud. La gente pobre invariablemente llegaban al hospital en ambulancia porque alguien los encontraba en la calle muriendo. Más allá de estas correspondencias, no pudo hallar un hilo común entre las víctimas.

Veía que las cosas que podía aprender sobre los vampiros estudiando las víctimas estaba llegando a su fin. Decidió tomar un papel más activo en sus estudios. Le costaba mucho porque Nic siempre fue un tipo solitario. Se dio cuenta que no sabía ni donde empezar a buscarlos, ni a los vampiros ni a los víctimas que lo podrían guiar a los vampiros. Era completamente inepto socialmente.

Nic no iba a rendirse por algo tan tonto como su ineptitud social. Fue a la única persona que consideraba un amigo, el padre McKleland. El padre aprovechó esta oportunidad con todo. McKleland, después de mucho pensar en como se había equivocado con la educación de Nic, le dio la dirección de un club en el centro de la ciudad. McKleland había decidido que le falló a Nic en su educación sobre las otras tradiciones. El club donde mandó a Nic era un lugar donde se juntaban muchos magos, no exclusivamente magos pero bastante para que fuera probable que encuentre otros como él.

Nic fue al club pero lo trató como una investigación. Llevó un cuaderno y un lápiz para tomar nota. Eligió una mesa en un rincón, lejos de la gente. Pidió un trago y no lo tocó en toda la noche mientras miraba y tomaba notas. Lo peor de todo fue que no dejó propina, no por malo sino por ignorancia. Hizo esto durante una semana sin resultados.

Una noche fue y cobraban en la puerta porque era “La Noche del Casino.” Pagó y le dieron una bolsa de fichas para jugar en las mesas que tenían armadas en el lugar. Le informaron que podía cambiar las fichas en el bar por tragos o en la puerta al fin de la noche por efectivo. Entró y buscó su mesa en el rincón pero la habían convertido en una mesa para un juego de dados. Ya había gente apostando y jugando así que Nic se quedó ahí observando. No sabía nada del juego pero quedó fascinado con como los dados, una representación del “azar,” dictaban la felicidad y la tristeza, el ganar y el perder. Lo vio como una metáfora para la gran máquina que gira constantemente en innumerables dimensiones. En poco tiempo se dio cuenta que podía cambiar el resultado de los dados por enfocar en los números.

Unos minutos después de cambiar los resultados a favor de un tipo, escuchó “che, algunos de nosotros dependen de esta noche para aumentar el ingreso, no me cagues los dados.” Casi se le cayó su cuaderno. Alguien podía ver que él estaba usando su poder. Siempre supo que debería haber otros como él y el padre, pero nunca le interesó. Buscó la fuente de la voz que le había hablado y vio a Anderson. Nic Se dio vuelta y fue al bar.

Unos minutos después Anderson se acercó y se presentó. “Hola, me llamo Anderson, solo Anderson. ¿Como te llamás?”
“Díplee, Nic Díplee.” le respondió.
“Bueno, Sr. Díplee, su estilo me confunde, cambiás los dados para otros, normalmente se hacer para ganar guita para si mismo.”
“Le pido disculpas Sr. Anderson-”
“Solo Anderson, y tuteame, no soy tan viejo y estamos en un bar.” inyectó.
“Perdón, ..uh... es la primera vez...”
Anderson lo miró con bastante sorpresa y dijo, “hmmm, entonces, tomá mi tarjeta.” Sacó una tarjeta de su saco y se la dio a Nic. La miró, decía “Anderson Carpinteros, todos tus necesidades en madera.” “Pasate un día y te muestro un par de cosas.” Le guiñó, se paró y se fue. Nic se quedó mirando la tarjeta. ¿Así se hace amigos? se preguntó. El resto de la noche pasó sin complicaciones pero cuando Nic se fue le quedaron las fichas.

Durante la semana siguiente, fue a visitar a Anderson Carpinteros. Su motivación de visitar a Anderson era investigación. No quería revelar que estaba en la búsqueda de vampiros pero esperaba descubrir unas pistas nuevas para seguir. Lo que encontró era mucho más. Resulta que Anderson era un mago de la tradición Eutánatos. Anderson le contó de la tradición y de los magos en general. Tenían una filosofía de la magia diferente al Padre McKleland. Desde el punto de vista técnico, Anderson era mucho más práctico. Su punto de vista filosófico fascinó a Nic. La muerte es necesaria, la muerte no es el final. Brevemente la búsqueda de los vampiros quedó en stand-by.

Durante los siguientes años Nic maduró como mago bajo de la enseñanza de Anderson. Aprendió mucho más de la comunidad de magos y de la tradición Eutánatos. Es decir que se hizo un participante regular, seguía siendo muy solitario, pero mínimamente encontró los recursos necesarios para saber de las cosas que afectaban a los magos, como la Tecnocracia, lo cual antes solo sabía lo suficiente para mantener su distancia. Además empezó a aprender técnicas y conocimientos que antes no habría tenido acceso, como de armas cuerpo a cuerpo y armas de fuego entre otros.

Lo más importante de todo, pudo formular su propia posición y función dentro de su visión del mundo y su filosofía. Entendió que él tenía uno de los trabajos más importantes y menos entendidos de todos: el trabajo de ayudar a los que necesitaban terminar esta vida para poder empezar de nuevo. Esta revelación tuvo consecuencias importantes para su investigación de los vampiros. Ellos también cumplían este rol de una cierta manera, pero su desempeño es desperfecto. A veces mataban a gente sana, que no necesitaba ayuda. Por medio de este concepto, decidió ser una especie de cazador de vampiros. No un cazador de cualquier vampiro pero sí de los que trabajan en contra de la máquina eterna. Es en este momento que encontramos a Nic...

(hasta acá escrito por Gregorio)

El entrenamiento con Anderson fue lo suficientemente riguroso como para que Nic entendiera que la Magia era un proceso muy complejo. El pensamiento Eutánatos entendía correctamente que la muerte era un estado de tránsito entre vidas, todas con un objetivo final en la Ascensión. Una persona que moría, volvería al ciclo para luego reencarnar y corregir sus fallas anteriores. Su maestro era muy criterioso con este asunto: no podía otorgar la "Buena Muerte" a cualquiera, era necesario que se dispensara solamente a aquellos que alteraban el orden divino de las cosas.

Durante los estudios con Anderson, Nic también aprendió a combatir. Los Eutánatos no eran lo mismo sin la gracia de sus armas. Con ellas debían cumplir su función de permitir el ciclo. A diferencia de lo que cualquiera hubiera pensado, Anderson también le pedía mucho a Nic que se acercará a la gente, que no tuviera miedo de la sociedad.

Un día su mentor le contó acerca del Jhor. Esto era una mancha de corrupción que desarrollaban los magos que utilizaban demasiado la entropía, y que gradualmente los iba alejando de la vida mundana. Que los iba convirtiendo en asesinos sin consciencia. En máquinas de matar. Le dijo que tuviera mucho cuidado con esto, que no se aisle totalmente el día que él no estuviera, porque tarde o temprano la mancha lo iba a consumir sin que Nic se diera cuenta.

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Una noche habían salido a rastrillar las calles, como si fueran dos héroes silenciosos encargados de escrutar la realidad en busca de delincuentes del mundo. Era algo difícil para Nic en muchos casos entender la mente de su maestro. Muchas veces, Anderson mataba gente que Nic hubiera jurado que era inocente, pero su maestro decía que era parte del balance. Y muchas veces, dejaba viva escoria social, ladrones, violadores, porque creía que eran necesarios para otras personas experimentar esos horrores. No obstante, cuando Nic estuviera al mando, él decidiría.
Esa misma noche, Nic pudo ver en acción su objeto de deseo: vampiros. Eran dos, adolescentes ambos, punks, que se habían ensañado con una joven pareja. Uno de los punks estaba bebiendo sangre del cuello de la jovencita, mientras que el otro punk aterraba y amenazaba al varon. Nic quedó fascinado mirando el acto, había visto decenas de casos, pero nunca había visto uno en acción. Su maestro actuó con celeridad. Corrió sobre los vampiros, y desenfundando una cuchilla que llevaba bajo su manga, decapitó velozmente a uno de los punks. El otro, sumido en el abrazo, no se percató de la presencia del mago, y apenas terminó de morder a la joven, fue decapitado. Del placer a la muerte, sin escalas.
El joven se asustó y quisó huir; Anderson lo golpeó con la parte roma de su arma y lo noqueó. Luego, sacó un medallón debajo de su saco y lo apoyó gentilmente sobre el muchacho. Pronunció una plegaria a Perséfone, Diosa griega del Inframundo y Esposa de Hades, solicitándole la fuerza para poder desvanecer los malos momentos, que evitará llevarse a esta gente: su misión en la vida todavía no había terminado. Nic salió de su asombro y ayudó a su maestro a acomodar a los heridos. Los cuerpos de los vampiros se habían deshecho.

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Luego, Anderson partió. Le pidió a Nic que no perdiera su alma ante el Jhor, que mantuviera amistades, que se sintiera humano, pero que no abandonara su misión. El carpintero quería terminar sus últimos años de vida en su amada Grecia. No había tenido hijos, y nunca había tenido más amistades que sus clientes y sus esporádicos amigos en el juego. Ambos se fundieron en un abrazo y su mentor se fue.

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Por las noches, Nic seguía saliendo a rastrillar las calles, muchas veces veía a los vampiros saciar su hambre, pero no siempre atacaba. Primero leía las hebras del destino, ellas le indicaban cuando actuar y cuando no. Hasta que llegó esa noche.

Estaba recorriendo las nebulosas calles londinenses, cuando vio una pandilla de delincuentes mutilando un cádaver. Intentó esconderse para leer las hebras, pero lo vieron. Eran cinco vándalos. Se le fueron al humo enseguida, y no tuvo más remedio que defenderse. El que parecía ser el lider lo investigó bastante con la mirada, y acto seguido su cuerpo mutó en una criatura horrenda. Su cara se deformó: uno de los ojos se cayó sobre el cachete casi a la altura de la boca; esta se combó espantosamente y salieron protuberancias dentales enormes; aparecieron dos brazos más. El miedo no embargó a Nic, pero era la primera vez que veía una monstruosidad así. Los otros delincuentes también mutaron en formas grotescas. Y se aprestaron a combatir.
Nic opusó resistencia, pero eran demasiados. Utilizó su magia y logró eliminar a tres, pero sus heridas eran severas. Cuando pensó que su momento había llegado, la cabeza del líder voló lejos de su cuerpo. Nic pudo divisar una mujer, posiblemente la más hermosa que jamás hubiera visto en su vida, no era alta pero tampoco baja, sus cabellos dorados reflejaban la luz de la luna, sus ojos azules eran dos perlas en la oscuridad, y estaba integramente vestida de blanco, como si fuera un ángel. La mujer agitó otra vez su mano -Nic pudo ver que era una garra-, y destrozó al otro engendro.
La mujer miró a Nic y le dijo:
Tené cuidado, la ciudad está llena de estas inmundicias. No te hagas el valiente si no sabes contra quién te vas a enfrentar.-
Nic se quedó sin palabras. Estaba completamente atontado por la situación, y también por la belleza de la mujer. Ella lo notó tenso, sonrió y dijo:
Vos sos el cazador de vampiros... deberías juzgar mejor a tus víctimas, algunos de nosotros somos pacíficos, no consumimos a los humanos hasta matarlos, otros sí lo son, pero son peligrosos. Deberías presentarte ante Mitras, es el príncipe de la ciudad, podrías incluso trabajar con él, cazador.-
La mujer dejó una tarjeta en el suelo, hizo un gesto de despedida y propinó un "nos vemos". Se dio media vuelta y se fue, mientras su piloto blanco bailaba con el viento frío de la ciudad.
Nic tomó la tarjeta, le costó levantarse pero hizo el esfuerzo necesario para ir hasta un hospital de la Iglesia. Allí lo curarían sin preguntar que paso. Mientras estaba en el último día para poder estar en óptimas condiciones, alguien lo fue a buscar al hospital.

(continuación de Draften)

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