jueves, 18 de febrero de 2010

Mago 2º parte: Fecha 9 (primera parte)

Marqué los números y esperé.
-Hola Nathan- la voz del otro lado sonó alegre y eso era un alivio.
-Hola princesa ¿cómo estás?
-Bien ¿y vos? ¿Seguís ayudando a salvar al mundo?
-Digamos que sí… Estos días fueron muy extraños. Tengo muchas cosas para contarte que no vas a poder creerme…
No había forma de que pudieran escuchar esa conversación, esa línea era segura… los chicos tenían razón me estaba volviendo más paranoico cada día.
-¿Cómo va tu trabajo? Vos también estás salvando al mundo después de todo…
-¿El sello? Sigo ayudando con Gabriela en lo que podemos. Pero seguro vos tenés mejores cosas para contar.
-Si tenés ganas de que te cuente una película que bien podría llegar a Hollywood…
-¿Vos en Hollywood? Eso sí que sería gracioso- una carcajada se escuchó del otro lado de la línea. Sonreí al escucharla reír así.
-Bueno, te voy a contar lo que pasó, eso sí, por si no me creés te aviso que tengo varios testigos que soñaron los mismo que yo…
-Dale, contame y no te hagas más el misterioso…

Hacía mucho calor, en el puerto había mucha gente cargando cajas, barriles, había mucho movimiento. El mar brillaba con los rayos del sol.
-Vamos Eufemo tenemos que cargar las cosas- un hombre con un ánfora enorme sobre sus hombros le palmeó la espalda. Era Heracles, su amigo.
-Sí, vamos, ya falta poco para partir.
Eufemo era igual a Gabriel, pero tenía el pelo más largo, tenía el mismo tatuaje del dragón y llevaba una espada, faldín griego y sandalias.
Nauplio estaba en la cubierta organizando todo, era Benji, tenía el pelo corto y barba, y llevaba una especie de monóculo. Estaba mirando detenidamente una carta de navegación en la que iba trazando las rutas.
-¿Dónde pongo esto?- le preguntó Eufemo.
-En la bodega- le dijo viendo que era un ánfora con aceite.
Los gemelos Cástor y Pólux estaban ayudando a Asterion con todo el armamento, Asterion era igual a Nic.
-¿Cómo estás Asterion?- le preguntaron.
-Todo bien- respondió él.
Yo salí del camarote y me acerqué a Nauplio, le entregué unas cartas de navegación nuevas y él me agradeció.
-Gracias Argos.
Entre los dos nos encargábamos de trazar el curso del barco.
Con nosotros viajaba un hombre rubio, grandote y bastante raro, su nombre era Euridamante, y era igual a Gunnar…
Un hombre le palmeó el hombro y le preguntó:
-Euridamante ¿los remeros están listos para partir?
-Sí, capitán.
Jasón vio que ya casi estaba todo listo, y le pidió a Orpheo que tocara una de sus piezas con el arpa, el músico se puso a rasgar las cuerdas. Solo faltaba uno de nosotros y ese era Thom.
-Bien, nuestra misión es ir a Colquida a reclamar el vellocino de oro. Vamos a tener que enfrentar muchas penurias, pero será por la gloria. Nuestro destino debe ser la inmortalidad.
Toda la tripulación lo vitoreó y el Argos zarpó.
Nauplio trazó las rutas con los nuevos mapas que le había entregado. Así bordeamos la costa del mar Negro.
-¿Qué te pasa Nauplio?- le preguntó Jasón.
-Capitán, creo que hay peligro…
-Argos, ¿que nos podemos encontrar más adelante?
-Cualquier cosa, desde sirenas hasta monstruos marinos…
-Sería bueno tener soldados listos Eufemo.
-¡Claro! ¡Estaremos listos!- respondió con su clásica energía.
-Euridamante, has que los remeros vayan más lento.
-Sí, capitán- dijo y se dirigió hacia sus hombres.
Jasón comenzó a hablar en enoquiano, así ejercía su poder sobre el clima para que sea benévolo... Conocíamos a alguien que hablaba en ese idioma… Gabriela ¿quién es Gabriela?
Frenamos contra la costa, después de un día de viaje. Preparamos las tiendas, mientras Heracles se internó en el bosque a cazar. Cuando volvió llegó con dos mujeres, una era rubia de pelo largo y otra morocha de cara más redondeada.
-He traído divertimento- dijo arrojando a las muchachas al suelo- ¿qué saben hacer?
Pero ellas respondieron en otro idioma que él no entendía. Nauplio sabía que hablaban en sirio, así que les tradujo lo que su compañero había preguntado.
-¿Qué saben hacer?
-Yo sé cocinar- dijo la rubia.
-Yo la ayudo a ella a cocinar…- finalizó la otra.
-Trajiste dos cocineras- le dijo Nauplio a Heracles.
-Bien, que preparen estos jabalíes entonces.
En ese momento bajó del barco una niña rubia, tenía entre cinco y seis años, todos sabían que ella era la hija de Argos y había viajado con ellos por una concesión que había hecho Jasón a su amigo.
Mientras cenábamos las mujeres contaron que había una criatura que estaba haciendo estragos en su poblado. Se alimentaba de su gente, y todos estaban muy asustados.
-¿Podrían ustedes héroes ayudarnos con ella?- solicitaron.
-Capitán…- Nauplio le contó a Jasón lo que estaba ocurriendo en la aldea.
Era un dios serpiente que moraba en las arenas, todos tuvieron problemas con esa criatura…
En ese momento Nauplio tuvo una visión, estaba con una chica, en una sala que tenía una pantalla que proyectaba imágenes…
“¡Esa tenemos que ir a ver!” le dijo ella, en la pantalla aparecía un monstruo de las arenas con forma de serpiente.
-Capitán… sigo teniendo esas extrañas visiones…- le confesó.

Jasón nos reunió a todos en un momento y nos dijo:
-Nos tomaremos unos días aquí, un grupo irá a investigar la serpiente.
Eufemo se ofreció primero, Heracles también iría.
-Argos ¿tú irás?- me preguntó Jasón.
-No sé si puedo ser útil en una misión como esa.
-Tú podrías indicarles como volver viendo las estrellas.
-Entonces iré.
-Tú Orpheo, podrías dormir a la serpiente con tu música.
Él bajó la cabeza asintiendo.
Al día siguiente nos calzamos nuestro equipo y nos preparamos para partir. Las dos mujeres se llamaban Emereth y Jezebel y nos indicarían el camino hacia su pueblo.
-Helena, hazle caso a Jasón mientras no estoy.
-Sí, papá- me respondió.
Seguimos a las dos mujeres por el desierto, hacía mucho calor… A la distancia vimos construcciones pequeñas de adobe. Era su pueblo. Había una niebla que lo cubría todo, como un vaho.
-¿Vieron eso antes en el pueblo?- les pregunté a las mujeres.
-No... no sabemos que es…
-Tengan cuidado- advertí.
Nauplio tomó una muestra y la analizó, era una niebla tóxica.
-¿Qué es Nauplio?- le pregunté.
-Es el hálito de la serpiente de la arena- confirmó.
En ese momento vimos que la gente del pueblo se acercaba a nosotros en actitud hostil, parecía que los había afectado esa niebla. Orpheo intentó dormirlos pero no pudo.
Eufemo usó su poder para alejar el viento tóxico, mientras Euridamante identificaba a la criatura. Yo usé el poder de Eolo para crear un escudo de viento a nuestro alrededor.
Asterión comenzó a combatir contra los hombres del pueblo afectados por la toxina, derribó a uno y luego esquivó a otro.
La serpiente hizo su aparición saliendo de la arena, era una enorme serpiente de veinte metros. Eufemo se acercó a la serpiente y trató de golpearla, pero el golpe no logró afectarla debido a su durísima piel.
Heracles comenzó a trepar por la serpiente y Eufemo junto a Asterion comenzaron a hacer lo mismo. Cuando Heracles llegó a la cabeza la rodeó con sus brazos y comenzó a asfixiarla.
Euridamante comenzó a pedirles a los dioses que purificaran las almas que estaban alrededor de la serpiente, mientras Nauplio la inmovilizaba sujetándola a la tierra. Eufemo le clavó su lanza en la cabeza pero la serpiente le escupió ácido y su armadura de bronce se desintegró. Orpheo viendo esto actuó abriendo una puerta al inframundo para empujar a la criatura. Unas garras salieron de la puerta y comenzaron a arrastrarlo hacia abajo, la serpiente intentó arrojar ácido sobre Orpheo pero no logró penetrar el escudo de viento que yo había creado. Asterión le clavó su lanza y lo empujó hacia abajo pero fue arrojado lejos por la serpiente y Euridamente lo asistió. Todos lograron saltar a tiempo antes de que el portal al infierno se cerrara tras la serpiente.
Emereth y Jezebel viendo esto se arrojaron a nuestros pies y los besaron.
Cuando volvimos al barco referimos la historia a nuestro capitán.
-¿Son cocineras? ¡Cocinen! Tengo hambre- les dijo Heracles.
Tomó los pedazos de la serpiente que había logrado cortar y los arrojó a sus pies.
El pueblo ofreció mujeres, y algunos aceptaron, obviamente yo no porque soy un hombre casado y tengo una hija.
Volvimos a navegar, una niebla espesa nos rodeó. Volví a solicitar la ayuda de Eolo y al disiparse vimos un cielo interminable.
Ya no éramos los héroes de la leyenda, éramos otra vez nosotros.


-Oooook…- dijo Vicky después de escuchar la historia- O sea que en tu vida pasada fuiste el que creó el barco de Jasón… y todos ustedes fueron los Argonautas…
-Gabriel tiene razón, acordate quién nos reunió cuando todo esto empezó.
-Jason Black.
-Exacto.
-Igualmente sigue siendo demasiado… increíble…
-Lo sé, yo mismo no lo creería si me lo hubieran contado, pero lo viví, o soñé, no sé…
-¿Y la niña quién era?
-Era la niña de la visión que tuvo Gabriel, la que estaba junto a Jason Black. Cuando la vi pensé “Es tan obediente que lo siguió por toda la eternidad”. Yo fui el que le pidió que se quedara junto a él mientras no estaba…
-¿No te vas a culpar por eso no?
-No… yo era amigo de Jasón, al igual que los demás.
-¿Y que pasó después?
-Lo que siguió fue más increíble aún… ¿querés seguir escuchando la historia?
-Obvio, contame.

CONTINUARÁ…

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