jueves, 18 de febrero de 2010

Visiones y charlas

¿Y?.-
¿Y qué?.-
¿Qué sentís por él?.-
Ya sabes. Los sentimientos no se deshacen de la noche a la mañana. Pero es un estúpido. Siempre inmolándose por todo. Ojalá valorará su vida o sus relaciones como valora su propia fortaleza..-
Así son los hombres. Están siempre centrados en ellos. El mío está siempre trabajando en algún proyecto o interesado en aprender alguna nueva teoría que lo acerque al poder. De eso se trata, de poder. Sólo quieren ser más fuertes para vencer a Hiperion, poco más les interesa.-
Lo sé, V. Lo que pasa es que me molesta, porque le trato de dar conversación, como para romper el hielo. Entiendo lo que hizo, es un idiota, odio que no haya pensado en mí, pero estaba enceguecido con el "sacrificio" y todas esas idioteces que lo llevan a no pensar en mí. Y ahora está encerrado, seguro que teme que me pase algo como Alex y por eso no me da ni la hora.-
¡Ja! El mío es más triste: sólo se acuerda de mí en dos o tres ocasiones, escasamente me habla, ni hablar de salir, está siempre con sus nanomáquinas.-
Bueno... eso no lo veo tan mal... y encima es atractivo.-
¡Hey!.-

...........

Victoria se tomaba un pequeño relajo junto con su prima.
¿Se los vas a decir?.-
No puedo, sabes que es para problemas. Ahora lo importante es que mantengamos la unidad y los sellos, pero cuando vayan a Londres iré con ellos.-
Yo también.-
No, vos no.-
No me jodas, Nathan y los chicos serán poderosos, nos habrán dejado atrás, pero siguen sin pensar demasiado. Aparte, quiero verles las caras cuando rescaten a tu novio y les tengas que decir la verdad.-
Sos una...

...........

El acólito hermético seguía enfrascado en su discusión.
Si, señorita, es el pulso de la tierra.-
Pero ese pulso, ¿tiene un patrón?.-
Claro, uno constante, matemático. Todas las cosas tienen una clave matemática.-
Entonces, entendiendo esas claves numericas, y alterándolas, así ustedes modifican la Realidad, ¿no?.-
Efectivamente.-
Es un poco más interesante que desangrarse y dejar que nuestros fluidos vitales armonicen con la Naturaleza y la Vida.-
El acólito miró con desagrado.
¡Hey! No dije que yo lo hiciera. Y ahora decime, ¿cómo alteras los números para manipular una bolsa de valores?.-

...........

El pequeño reino umbral cobró vida. La vegetación se agitó con sus primeros movimientos. Era la hora. Había descansado el tiempo que necesitaba. Su silencio se había extendido durante largos años. Ahora era el momento. La lanza estaba en sus manos. Su vasallo de una continuidad temporal distinto lo había liberado de la prisión temporal que la Realidad le había impuesto. Respiró el aire fresco del lugar. Decididamente, este pequeño refugio era verdaderamente inexpugnable.

Se acercó a la cabaña dónde todo había estado preparado con antelación. Su ropa yacía sobre una cama desvencijada, las estanterías con distintas sustancias alquímicas y los libros de magia formulaica. La mesa central con sus dos sillas. Una de ellas estaba ocupada.

Marianna. Jasón el Negro.
No esperaba visitas por estos lugares. ¿Viniste por una cena romántica?.-
Vine a matarte. Pero no pude hacerlo. No es el momento.-
Efectivamente no lo es. Primero tengo bastante trabajo que hacer.-
Yo no puedo detenerte, pero ellos sí lo harán. Ellos eran tu gente más querida. Tus argonautas.-
Jasón la miró con resentimiento. Ella todavía albergaba sentimientos por él, pero evidentemente, él no.
Nunca cambié, fueron peones para conseguir el vellocino. Y ahora por más que los hayas puesto a salvar la realidad, ya es tarde.-
Las lanzas les darán el poder que necesitan para enfrentarte. Y para vencerte.-
Tal vez, lo veremos en su momento.-
La imagen de Marianna se deshizo en el aire. Ella abrió sus ojos en el Fin del Tiempo. Thom le había preguntado quién era ella. Y no le había respondido. Al fin y al cabo, la Pitonisa no descifra sus profecías, sólo las revela.

...........

Marianna encaró al grupo. Había muchas cosas que hablar y no podía ocultarlas más. Jasón estaba lejos de la salvación que ella quería darle. Sus últimas visiones habían sido proféticas, entendía que era lo que pasaba: Su Jason no era más que un impostor, que la había usado. El verdadero Jason, capitán de los Argonautas, había muerto tiempo atrás.
Enlazó a la cábala y les pasó sus visiones.

Las imagenes se sucedían una tras otra. Las primeras mostraban un templo, griego, rústico, con dos hombres cerca de un altar. Este estaba embellecido y contrastaba con el resto del lugar, que era pobre y avejentado. El primer hombre, llevaba el vellocino de oro, era Jasón. El otro, un hombre cansado, de pelo cano pero largo y todavía fuerte, algunas arrugas en su cara, viejo. Su rostro estaba consumido, posiblemente por alguna enfermedad. Sus ojos brillaban como el fuego al ver el objeto.
Maestro, he traído el objeto.-
Perfecto.-
¿Podremos ya comenzar con la reunificación?-
Sí, por supuesto que sí.-
El joven acercó el dorado artefacto al altar. En su mente se vislumbraba la gloria. El éxito que acarrearía su conquista lograría reordenar el caos primigenio, volver a las fuentes doradas fragmentadas del Caos que se había roto en forma de pequeños fragmentos que dotaban a los hombres de la capacidad de interactuar con los Dioses. Los tiempos de los lobos, de los moradores de la noche que se alimentaban de la sangre humana, de las oscuras criaturas que yacían en las sombras, de los traicioneros titanes, ese tiempo habría de desaparecer para dar paso a un sendero de luz, el sueño de los justos, un adiós a la guerra. Una ascensión.
Pero con celeridad, el anciano abalanzó su cuerpo contra Jasón. La cuchilla hizo el trabajo. El cuerpo, ensangrentando, cayó. Sólo alcanzó a pronunciar unas palabras, algo así como un juramento de venganza en manos de sus argonautas. No alcanzó su vitalidad para obrar su arte, y con horror, mientras sus ojos iban perdiendo su fuerza, se contempló a sí mismo. El anciano había tomado su cuerpo.
Sólo logró envíar un alarido desesperado a su amada Medea. Ella supo la verdad, y maldijó al falso Jasón. Ese castigo sería demasiado fuerte para él, y como tal, así lo vivió. Miles de años habría de esperar, pero cuando la maldición terminase, el viejo volvería a reinar. Poco importaba que le hayan robado su artefacto sagrado, su vellocino de oro. El poder de Jasón era tal, que cuando lo absorbió, supo que su plan funcionaría más allá del tiempo.

Las imagenes cambiaron de época. El viejo, que por un diálogo supieron que su nombre era Argonexes, hablaba como un megalómano. Tenía la fuerza y los objetos para desafíar a los dioses. En el tiempo antiguo, la fortaleza de la magia y las artes prohibidas eran infinitamente superiores a los tiempos modernos. La secuencia proseguía con pueblos en constante guerra, muertes, rituales oscuros, perversiones. Argonexes buscaba la forma de lograr el Descenso, el temido objetivo de los infernalistas. Habría logrado su objetivo, pero la humanidad, la divinidad o la misma devoción de la gente le puso una nueva gran piedra sobre su camino: el Nazareno. Él selló el mal que Argonexes necesitaba para juntar la fuerza para realizar el Descenso. Vieron como Jesús selló al tercer demonio, poseedor de una radiante esfera azul. Argonexes, tras su muerte, intentó deshacer el sello, pero descubrió con horror que la resonancia era gigantesca, que jamás podría romper el tercer sello. Ni aunque poseyera la Unidad de la que los hechiceros tanto hacían gala. Los otros dos grandes demonios podría liberarlos cuándo la maldición de Medea terminara. Pero este representaría un problema

La imagen mutó una vez más.
Esta vez, la secuencia mostró a Medea preparando a los argonautas. La hechicera, tutora de las artes que naturalmente Jason comandaba, seleccionó a varios de ellos, incluso a algunos que no formaban parte de la expedición pero se habían ganado el aprecio del capitán para poder destruir a Argonexes. Ató fuertísimos espíritus a su voluntad. El gran león de Nubia, el munificiente Dragón, Hecantoquires, el lobo del Invierno, la luz de la Sabiduría, la efigie de Demeter, el Arcoiris, la esencia de la Guerra, el señor del Conocimiento; todos ellos ayudarían. Argonexes no debía lograr jamás la victoria. Medea no había podido derrotarlo, su fortaleza era enorme. Su maldición de miles de años de inactividad y la imposibilidad de tener el vellocino en sus manos funcionó, pero la había debilitado lo suficiente. No podría entrenarlos porque su tiempo se acababa, pero su momento llegaría. Así habían hablado las pitonisas, y las señales en el cielo y la tierra.

Por último, la visión final mostraba la última gesta del infernalista.
Y así el tiempo pasó. Argonexes sellado por la maldición. Pero esta acabó. Y en ese momento empezó su cruzada. Había logrado enfrentar a los Argonautas: a una la tuvo escondida, a otros dos los enloqueció con poderes que no debía, a otros buscó usarlos de carnada para su ritual. Pero falló.

Las visiones acabaron. Marianna contempló al grupo.
¿Preguntas?.-


(escribió Draften)

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